lunes, 13 de octubre de 2008

926 ~ ¡Qué injusto!

¡Qué injusto! Estar tan cerquita y en un momento verte desaparecer.
Ninguna despedida es suficiente, por mucha pasión del último beso, este es eso, el último beso.
Quiero pensar que nunca hay un último mimo, sino que todos son el penúltimo, pero ¡Qué injusto!
¡Qué injusto! Acostumbrarme a tu compañía y al despistarme quedarme en la orilla calma de un río que un día fue remolino, cuyo cauce me enseñó a fluir en su caudal desbordado a borbotones, agua permeable a mi ser moldeable, agua que bebo y que me calma la sed... ¡Qué injusto!
Verte pasar como agua, ese agua que me moldea y que he de beber, que calma mi sed y cura mis heridas.
¡Qué injusto! Colgarme del télefono para escuchar la voz a la que soy adicta, cuando te he tenido en tantas conversaciones, tantas risas, tantos gestos. ¡Qué injusto!

¡Qué injusto! Peró seré justa si digo que GRACIAS por nuestros momentos y por todos lo que van a venir. Vamos camino de romper moldes y estadísitcas, los demás no tienen ni idea ¿verdad?

Quiero gritar ¡Qué injusto! Pero por civismo... omito mi grito... es más de media noche...
¡Qué injusto no estar ahora donde estás!

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