viernes, 27 de junio de 2008

A ver si me lo aprendo

ROMANCE DEL CONDE SISEBUTO


A cuatro leguas de Pinto
y treinta de Marmolejo
existe un castillo viejo
que edificó Chindasvinto.

Perteneció a un gran señor
algo feudal y algo bruto
se llamaba Sisebuto
y su esposa, Leonor
y Conegunda su hermana
y su madre Berenguela
y una prima de su abuela
que atendía por Mariana
y su cuñado Vitelio
y Cleopatra su tía
y su nieta Rosalía
y su hijo mayor Rojelio.

Era una noche de invierno
noche cruda y tenebrosa
noche sombría, espantosa
noche atroz, noche de infierno
noche fría, noche helada
noche triste, noche oscura
noche llena de amargura
noche infausta, noche airada

En un gótico salón
dormitaba Sisebuto
y un lebrel seco y enjuto
roncaba en el portalón.

Con quejido lastimero
el viento fuera silbaba
e imponente se escuchaba
el ruido de un aguacero.
Cabalgando en un corcel
de color verde botella
raudo como una centella
llega al castillo un doncel.

Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas
¡como no lleva paraguas
llega el pobre hecho una sopa!

Salta el foso, llega al muro
la poterna está cerrada
¿Me ha dado mico mi amada?
Exclama, vaya un apuro.

De pronto algo que resbala
siente sobre su cabeza
extiende el brazo y tropieza
con la cuerda de una escala.¡

Ah! Dice con fiero acento
¡Ah! Vuelve a decir gozoso
¡Ah! Repite venturoso
¡Ah! Otra vez, y así, hasta ciento.

Trepa, que trepa, que trepa,
sube, que sube, que sube,
en brazos cae de un querube
la hija del conde, la Pepa.

En lujoso camarín
introduce a su adorado
y al notar que está mojado
lo seca bien con serrín...
Lisardo... , mi bien mi anhelo
único ser que yo adoro
el de los cabellos de oro
el de la nariz de cielo.
¿Qué sientes, di, dueño mío?,
¿No sientes nada a mi lado?
¿Qué sientes Lisardo amado?
Y él responde:
-Siento frío.
¿Frío has dicho? Eso me espanta.
¿Frío has dicho? Eso me inquieta.
No llevarás camiseta
¿Verdad?... pues tomo esta manta.

Ahora hablemos del cariño
que nuestras almas disloca.
Yo te amo como una loca.
-Yo te adoro como un niño.
-Mi pasión raya en locura
si no me quieres me mato.
-La mía es un arrebato
si me olvidas me hago cura.
¿Cura Tú?... ¡Por Dios bendito!
No repitas esas frases
en jamás de los jamases
pues estaría bonito.

Hija soy de Sisebuto
desde mi más tierna infancia
y aunque es mucha mi arrogancia
y aunque es mi padre muy bruto
y aunque temo sus furores
y aunque sé a lo que me expongo,
¡Huyamos!... Vamos al Congo
a ocultar nuestros amores.
¡Bien dicho, bien has hablado!
huyamos aunque se enojen
y si algún día nos cogen¡
Que nos quiten lo bailado!

En esto, un ronco ladrido
retumba potente y fiero
¿Oyes? Dice el caballero
es el perro que me ha olido.
Se abre una puerta escusada
y cual terrible huracán
entra el Conde, luego un can
luego nadie, luego nada.

¡Hija infame! Ruge el Conde
¿¡Qué haces con este señor!?
¿¡Dónde has dejado mi honor!?
¿¡Dónde, dónde, dónde, dónde!?
Y tú, cobarde, villano,
antipático, repara
como señalo tu cara
con los dedos de mi mano.

Después, sacando un puñal
de un sólo golpe certero
le clavó el cortante acero
junto a la espina dorsal.

El joven, naturalmente,
se murió como un conejo,
ella frunció el entrecejo
y enloqueció de repente.

También quedó el Conde loco
de resultas del espanto
y el perro no llegó a tanto,
pero le faltó muy poco.

Desde aquel día de horror
nada se volvió a saber
del Conde, de su mujer
la llamada Leonor.
De Conegunda su hermana
de su madre Berenguela
de la prima de su abuela
que atendía por Mariana
De su cuñado Vitelio
de Cleopatra su tía
de su nieta Rosalía
ni de su chico Rogelio.

Y aquí acaba la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda
que de aquel castillo viejo
entenebrece el recinto
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.

Autor: Joaquín Abati

jueves, 19 de junio de 2008

Pin, pin, pin

Pin, pin, pin, zalamacatín
vino la coneja, con su sabaneja,
sabaneja real,
vino con la sal.
Sal de motronco
que tengo un mozo
que no sabe arar
ni trompicar
ni dar la vuelta a la redonda
esta manita que se esconda...

- "Saca la manita"
- "No quiero, que se la come la ratita"
- "Sácala por bien"
- "No quiero, que se la come la miel"
- "Sácala por mal"
- "No quiero, que se la come la sal"
- "Sácala, sácala, que no se la comerá"

- "¿Que te corre por aquí?"
- "Un escarabajo"
- "¿Y por aquí?"
- "Agua roja"

Palma, palma, la escritura
rey lo manda
¿Cómo la quieres? ¿grande? ó ¿chiquita?

(Entonces siempre de pequeño decías a chillido limpio... chiquiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiita, pero tu padre hacía amago de darla grande y a lo que te iba a dar apenas te acariciaba la mano)

Me lo contó Ismael, porque yo sólo recordaba fragmentos sueltos... y jugamos al Pin Pin Pin y a un arca... fue divertido.

Mi labor de archivo, gracias a mi padre, ha concluído. Siento haber tardado tanto. Gracias.

domingo, 15 de junio de 2008

Querido diario...

Si comenzara con uno... comenzaría tal que así... "Querido diario...".

Mi sequía literaria sigue mi camino, o sea, que me acompaña allá donde voy. Pero necesitaba vomitar palabras, encadenar vivencias o emociones.
Si cierras los ojos puedes visualizar un lugar apacible, verde, cercano a los pies de una montaña, una de tantas, con bosques frondosos y riachuelos cristalinos, verdedas peatonales y paralelas a una calzada que un dia fue un camino asfaltado.
Un monasterio de otra época sería un destino idílico para perderse unas horas, escuchar el silencio y percibir con todos los sentidos. La intensidad de los colores con la vista, el aroma a frescura del rocío aún latente en el césped del paseo con el olfato, ese tintineo grácil del piar de pájaros juguetones cambiano de rama en rama de aquellos árboles del paseo donde se extendía el césped de intenso color a mi paso, con el oído. La calidez de unas manos que buscan las mías, rozando huellas, haciendo círculos, multiplicando por mil el código de un lenguaje que sólo ellas y las que buscan, conocen, con el tacto.
El gusto a tí.

Apenas 24 horas para sentir.

Hasta otro día, mi querido diario.

jueves, 5 de junio de 2008

¿Cuánto durará una estrella?

Quisiera regalarte algo... ¿qué te podría regalar que tú no tuvieras? Es difícil regalarle algo a alguien que lo tiene todo... yo te regalaría un cariño pequeño y una constelación llena de estrellas metidas en una caja de madera. Te regalaría una brújula con viento y las saetas de un reloj de cuerda. Quisiera seducirte como tú dices con un gesto en ese mismo momento en que tú miraras traduciendo un movimiento. Te daría un sueño pero no una aventura, te daría un sueño tranquilo, un reposo. Quisiera darte a beber una de mis lágrimas, la que me asegurara que no volvería a llorar de no ser por algún motivo alegre. Pero qué de cosas quisiera darte y no te doy. Pídeme aquello que sea capaz de dar.

¿Cuánto durará una estrella?